La literatura es extensa y plantea múltiples vías para el mejoramiento de la calidad educativa. Sin embargo, hay un elemento que se ha vuelto transversal a toda la discusión: el clima escolar.
Entendemos un ambiente de aprendizaje como un espacio intencionado para el desarrollo de competencias, por medio de experiencias, interacciones y colaboración. Por su parte el clima refleja los niveles de interacción en el aula y las relaciones entre los actores educativos que se dan en los diversos ambientes de aprendizaje dispuestos en una escuela específica.
En ese sentido, la comprensión y mejoramiento de esta variable hacen parte de la gestión estratégica educativa.
Su importancia radica en la necesidad de mejorar las relaciones entre los actores de las comunidades educativas, sus percepciones sobre la escuela como ambiente protector y las prácticas de convivencia dentro de los establecimientos educativos. Todos estos enfoques son, en esencia, reflexiones sobre calidad y pertinencia en los contextos escolares.